J. BASILIO TRILLES TORRENT
LA PESCA EN EL GRAO DE CASTELLÓN
TOMO I EL ARRASTRE - 1997 l-295
La pesca de arrastre o pesca de bou es muy posible que ya se practicase en el litoral castellonense en el siglo VXII, si bien no existe constancia documental.
Foto de Miguel Senén
Durante el siglo XVIII se suceden las prohibiciones de la pesca del arrastre, esta modalidad se desarrollaba por parejas de barcas y solo concedía autorización el Rey, el cual tenia el privilegio de contar con las mismas para abastecer las mesas reales. En un facsimil editado en 1866 en la imprenta de José Rius, en Valencia, con el titulo “Observaciones sobre la pesca llamada de Parejas de Bou”, queda descrito gráficamente como es esta modalidad a mediados del siglo pasado: “La pesca del Bou, en que dos embarcaciones pareadas y a la vela, arrastran en popa una red de copo de 21 brazas de largo y 130 mallas de a 2 pulgadas de ancho, sobre todo fondo limpio de piedras, desde 4 a 120 brazas de agua”. Las barcas empleadas no eran iguales en todos los puertos de nuestro litoral mediterráneo, armadas a vela, unas embarcaciones son de fondo casi plano y anchas, aunque muy ligeras, otras de origen catalán son muy quilladas de roda y codastre vertical, de línea muy fina, capaz de alcanzar una buena velocidad, aparejada con una vela latina y una pollaca.
La aparición del motor acaba con las parejas de vela y revoluciona totalmente esta modalidad de pesca. Desde un principio se emplean motores diesel a dos tiempos, la incorporación del motor provoca un gran cambio en la construcción de embarcaciones, desapareciendo las de fondo plano que son sustituidas por los denominados “Quillats”, que al calar mas dejan mayor espacio para la hélice.
Es a finales de los años veinte y principios de los treinta cuando la era del motor comienza a imponerse en el sector pesquero castellonense. La monitorización también implica un sensible cambio en el arte de arrastre o bou con la aparición de las puertas, artilugio que permite faenar con una sola embarcación.
En los años cincuenta, con la primera etapa del motor bastante evolucionada, las barcas del tipo arrastre tiene un desplazamiento entre diez y cuarenta toneladas equipadas con motores Diesel o Semi-Diesel entre los veinte y los doscientos caballos. La dotación es de cinco a quince marineros. En la cubierta de popa destaca la maquinilla, poderoso torno, con dos tambores laterales, sobre cada uno de los cuales se enrollan de setecientos cincuenta a mil quinientos metros de cable de acero de seis a doce milímetros de diámetro. El torno se mueve mediante el mismo motor de la embarcación. Mas hacia popa del torno ha dos rollos, de ciento cincuenta a trescientos metros cada uno, de cuerda cáñamo, pita, abacá y hasta esparto a veces armado de cables de acero en su interior de veinte a treinta milímetros de diámetro; estas cuerdas se denominan malletas. Con el cable y las malletas se remolca el arte durante el arrastre.
A popa, sobresaliendo de la barca por la borda, va fijo un aparejo con dos poleas, sobre las que resbala el cable cuando se practica el arrastre.
Cuando la embarcación no trabaja, de este aparejo, hacia fuera de la barca, cuelgan dos piezas rectangulares de madera reforzada con hierro, denominadas puertas. Estos artilugios tienen gran importancia, ya que intercalando las puertas convenientemente en el cable que tira del arte, se consigue que la resistencia que oponen al agua separe una de otra abriendo las bandas del arte igual que si tirara de cada una de ellas con una embarcación distinta. Las puertas son simétricas: cada una de ellas esta formada por un rectángulo de madera de unos ochenta centímetros de alto por ciento treinta centímetros de largo y veinticinco o treinta milímetros de grueso, fijo sobre cinco o treinta milímetros de grueso, fijo sobre un armazón de hierro y reforzado por ambos lados con tiras transversales de chapa.
En el extremo de una de las caras llevan dos anillas, sobre las que se amarran las malletas, y en el centro de la otra cara se hallan dos triángulos, el delantero es algo mas corto, para que cuando las puertas están en el agua, con el cable tirante, queden divergentes con el eje de la embarcación y la resistencia del agua las separe. Aunque las puertas son de madera reforzadas con chapa de hierro, el armazón sobre el que van montadas esta dispuesto de tal forma que el mayor peso lo llevan en la parte inferior; gracias a esto, durante el arrastre las puertas se sostienen verticales en el seno del agua. Cuando arrastran los artes del Bou quedan hinchados por la presión del agua y con las bandas separadas. Del torno de la embarcación parten dos cables de acero que se sumergen en el agua por la popa, al extremo de cada uno de los cuales van unidas cada una de las dos puertas. A las puertas están sujetas las malletas, y al final de estas el arte por la gaza de la parte anterior de las bandas.
En el extremo de una de las caras llevan dos anillas, sobre las que se amarran las malletas, y en el centro de la otra cara se hallan dos triángulos, el delantero es algo mas corto, para que cuando las puertas están en el agua, con el cable tirante, queden divergentes con el eje de la embarcación y la resistencia del agua las separe. Aunque las puertas son de madera reforzadas con chapa de hierro, el armazón sobre el que van montadas esta dispuesto de tal forma que el mayor peso lo llevan en la parte inferior; gracias a esto, durante el arrastre las puertas se sostienen verticales en el seno del agua. Cuando arrastran los artes del Bou quedan hinchados por la presión del agua y con las bandas separadas. Del torno de la embarcación parten dos cables de acero que se sumergen en el agua por la popa, al extremo de cada uno de los cuales van unidas cada una de las dos puertas. A las puertas están sujetas las malletas, y al final de estas el arte por la gaza de la parte anterior de las bandas.
Las operaciones que se llevan a cabo para disponer un arte para pescar se denominan “calar” si se hace al atardecer se dice “cala de prima” y cuando la maniobra se realiza al amanecer es “calar de alba”. Cuando el patrón de la barca ha elegido el punto idóneo para faenar la tripulación es requería a cubierta, procediendo a calar el arte, echándolo al agua por la borda de popa del costado de estribor, con las gazas del extremo de sus bandas amarradas a las malletas. Luego se van soltando las malletas, después las puertas, y por fin el cable, dejando rodar el torno suavemente. La longitud de cable y malletas necesarias depende de la profundidad a que se arrastre. Enmares poco profundos, cincuenta metros por ejemplo, bastan ciento cincuenta metros de malletas y de ciento cincuenta a doscientos cincuenta metros de cable. El cable de acero esta marcado-frecuentemente a cada cincuenta canas (80 metros), con cintas o pedazos de alambre, para saber la cantidad de él que se ha largado. Malletas y cable, mientras se largan, resbalan sobre las poleas que esta a popa de la barca, cuando se ha dado el cable necesario, se fija el torno con un freno.
La pericia del patrón es fundamental mientras se esta faenando; conocedor de las características de los fondos en los que realiza las pesquerías, debe ir ordenando que el responsable de la maquinilla vaya dando o cobrando cable, según la profundidad de cada momento para que el ángulo que forma con el fondo sea aproximadamente siempre el mismo. Esto es importante, pues de ello depende que el arte vaya más o menos levantado del fondo, y según esto, se pescan unas u otras especies. En general, sin embargo, es conveniente que las puertas toquen suavemente el fondo.
Cuando el patrón cree que ha faenado el tiempo necesario ese periodo de denomina en el argot marinero “vol”, para la embarcación procediendo a izar el arte a bordo, en una operación llamada “chorrar”. Para ello, con ayuda del torno, se cobra primero el cable, enrollado mecánicamente sobre los tambores de la maquinilla, y después las malletas, que hay que arrollarlas a mano sobre la cubierta. Cuando se alza el arte se sube con la ayuda de un aparejo, procediendo a abrir el copo repleto de capturas. Inmediatamente la tripulación relaciona las variadas especies.
Cuando el patrón cree que ha faenado el tiempo necesario ese periodo de denomina en el argot marinero “vol”, para la embarcación procediendo a izar el arte a bordo, en una operación llamada “chorrar”. Para ello, con ayuda del torno, se cobra primero el cable, enrollado mecánicamente sobre los tambores de la maquinilla, y después las malletas, que hay que arrollarlas a mano sobre la cubierta. Cuando se alza el arte se sube con la ayuda de un aparejo, procediendo a abrir el copo repleto de capturas. Inmediatamente la tripulación relaciona las variadas especies.
El arrastre solo puede practicarse sobre fondos de arena o fango recubiertos o no de vegetación submarina; las rocas impiden el arrastre. Si por descuido u otra causa un arte de Bou se engancha con cualquier obstáculo, lo mas fácil es que no se note desde el pesquero hasta que se rompen los cables, perdiendo el arte y, en ocasiones, hasta las malletas y las puertas. Esta circunstancia no suele producirse en nuestros días, los arrastreros castellonenses cuentan con modernos equipos electrónicos que detectan perfectamente las características geológicas y profundidad de los fondos.
Foto de Vicente M. Soriano en la embarcación el Jaimito, Patricio Soriano, Miguel Luis, y (x)
BIBLIOGRAFIA: "La pesca en el Grao de Castellón
TOMO I, EL ARRASTRE"
AUTOR: J. Basilio Trilles Torrent
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